Sabroso como pocos y rey indiscutido en una mesa de ensaladas, el tomate es un potente disolvente de los ácidos orgánicos, ideal para usarse para bajar el ácido úrico y la urea, y para contrarrestar las intoxicaciones de la sangre por alimentos. Su función es la de hacer la sangre más líquida y fluida, por lo que mejora la circulación general. A su vez, activa la circulación de la linfa y el funcionamiento de los riñones, y es muy útil en los estados congestivos al activar la formación de orina.
Las propiedades curativas del tomate
Actúa como remineralizante, y se aconseja su uso en caso de anemias, por su alto contenido en hierro. También regula el tránsito intestinal, siendo apropiado en caso de estreñimiento. Una de sus propiedades más asombrosas es su acción en la disolución de cálculos del hígado y la vesícula. Además, baja las inflamaciones de los intestinos.
La manera correcta de incorporarlo como terapéutico es bebiendo su jugo al natural con un poco de sal, un cuarto de litro, todos los días y durante al menos un mes. La primavera y el verano son dos estaciones ideales para incorporar el tomate, ya que su efecto refrescante resulta útil para combatir el calor.
0 comentarios:
Publicar un comentario